Las personas necesitamos trazar un plan de vida para nuestra existencia, tener un proyecto personal que encaje con nuestro orden de prioridades, expectativas y valores.
En algún momento de la vida, todos nos enfrentamos con situaciones que nos proponen un reto adaptativo.
En los momentos de crisis, cuando todo se desestructura a nuestro alrededor y las sensaciones de confusión y desasosiego son caóticas y abrumadoras, es cuando debemos identificarnos con un proyecto personal que nos sostenga emocionalmente.
En el proceso de trazar nuestro plan de vida, estaremos atravesados por nuestras metas, nuestros miedos, nuestros sueños, nuestro pasado, nuestros deseos, nuestras emociones.
Muchas veces, es necesario cambiar los paradigmas para tener una perspectiva diferente, que nos permita avanzar sin detenernos en los obstáculos que aparezcan en el camino.
Esos obstáculos suelen ser episodios pasados de los que no tenemos conciencia, los que se actualizan en la situación presente constituyendo una dificultad insoslayable.
Esos viejos vínculos que nos dañaron suelen estar agazapados en nuestro inconsciente, apareciendo en el momento menos pensado en forma de lo que llamamos en psicología “transferencia”. Es decir que actuamos con nuestro vínculo actual como si fuera el del pasado, repitiendo la historia que nos dañó.
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Lo viejo y lo nuevo se entremezclan en una especie de lucha de poderes, donde el temor al fracaso se enfrenta con la ilusión de alcanzar nuestros objetivos.
A pesar de que muchas cosas escapan de nuestro control, es necesario conocer nuestro hilo conductor y ver nuestra vida con una noción de continuidad.
Superar los momentos caóticos de fragmentación y de crisis, uniéndonos a ese lazo invisible que nos mantiene conectados con algo más grande, con un panorama más amplio en el que dimensionamos la importancia de ser en el mundo, de tener un propósito de vida.
Quienes ponemos nuestra confianza en nuestro ser superior, en el Dios que nos creó, tenemos una relación tácita con Él que le da sentido al proyecto personal de cada uno.
Trazar un plan de vida siguiendo el hilo conductor que le da fuerza a nuestro existir, que dota a cada persona de un valor trascendente y único.
Este plan para la existencia tiene que gozar de características como la congruencia, para poder ejecutarse con plenitud.
Pensar, sentir y actuar con coherencia nos hace personas congruentes, lo que es tierra fértil para vivir con serenidad y paz interior.
En la elaboración del plan de vida deben tenerse en cuenta una serie de variables, entre ellas nuestras necesidades, que pueden o no coincidir con nuestros deseos, y que pueden no coincidir con las expectativas que nuestro entorno depositó en nosotros.
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Un proyecto de vida es una construcción permanente, con conciencia plena de la calidad del material que compone cada ladrillo. Cuando nuestro propósito es significativo a largo plazo, la construcción de la propia identidad se potencia, y la motivación intrínseca activa nuestros esfuerzos al margen de las dificultades del entorno.
La integración de nuestras metas con nuestros valores y con las legítimas aspiraciones personales, se erige como un proceso no estático que se extiende a lo largo de los años, y alberga un propósito claro de autorrealización.
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"Plan de vida". En: Que Significado. Disponible en: https://quesignificado.com/plan-de-vida/ Consultado: 11 de noviembre de 2024.