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Soliloquio

El soliloquio es una forma discursiva que consiste en hablar solo; es decir que la persona habla en voz alta en relación al acontecer presente o pasado. Sin necesidad de un auditorio, es muy frecuente en la esquizofrenia.

A diferencia del monólogo en el que el actor se dirige a un público apelando al diálogo, el soliloquio es una auto-charla en voz alta, o una conversación con uno mismo.

De género dramático y unipersonal, también se lo conoce como monólogo interior enunciado, porque es una forma de introspección que no necesita ser escuchada.

un soliloquio en la calle junto a la bicicleta

Hablar solo no siempre es una problemática de salud mental

¿Qué significa soliloquio?

Derivada del latín, la palabra está compuesta por dos dos lexemas: soluse  (que significa “solo”) y loqui (cuya traducción es “hablar”). Es decir, que es una especie de discurso en voz alta que la persona mantiene consigo misma, sin necesidad de la presencia de un otro.

¿Cómo se presenta?

Simplemente, se presenta como una declamación subjetiva de valor psicológico. Es un discurso reflexivo en voz alta y clara, en forma ininterrumpida. Sobre diversos temas encadenados unos tras otros, el soliloquio puede versar sobre ecología, política, contaminación, la propia infancia o el antiguo trabajo.

El discurso que la persona mantiene consigo misma, se lleva a cabo en solitario. Ya sea para hacer una declaración de sentimientos hacia el entorno, o de pensamientos sobre sí mismo.

También puede ser el acto reflejo de una lucha interna o auto-diálogo que sostiene el sujeto con él mismo, y que supone la presencia de un interlocutor. Se plantea como una confesión o análisis sobre una situación en una relación dialógica con un ser imaginado.

¿Qué organización tiene el soliloquio?

Quien habla solo lo hace como si hubiera alguien, aunque no necesita la presencia física del otro. Se trata de una variedad del monólogo interior (que se hace en silencio dentro de la mente). Es una reflexión que tiene una estructura lógica, un hilo argumental como si fuera a ser oído.

El discurso se organiza en forma lógica pero contiene una alta carga emotiva, donde el emisor sostiene una conversación consigo mismo o con un objeto que no tiene la capacidad de responder.

El soliloquio puede suceder en presencia de un receptor, aunque no necesariamente este debe interrumpir ni intervenir. Es decir que el parlante continua con sus reflexiones y relatos, más allá de la contestación de un otro. Por ello también suele meditar en soledad y en voz alta, sobre lo que siente y piensa.

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