Relacionada con el verbo sustantivado sarkázein («morder con los labios»), el sarcasmo es una sutileza mordaz del lenguaje que se usa en la comunicación oral, para realizar con agudeza y en forma indirecta una crítica cruel.

La palabra sarcasmo proviene del latín sarcasmus, y ésta a su vez del griego sarkasmos, que significa «carne rasgada». Compuesta por sarkós («carne», que compone palabras como sarcófago) y el sufijo asmos que representa la idea de golpe, o de resultado abrupto (como ocurre con los términos orgasmo y espasmo).

el sarcasmo es una actitud o gesto del rostro
El sarcasmo busca la reafirmación del sujeto como persona. 

El sarcasmo es una modalidad que utilizan algunas personas que tratan de afirmar, a través de un tono burlón, lo contrario a lo que literalmente expresan. Es un recurso con el que se pretende herir intencionalmente al destinatario, usando la ironía y la agudeza mental.

Si bien el sarcasmo denota una cuota de humor y otra de crítica, es una alta expresión de ingenio ya que se disfraza la idea con una ambivalencia, expresando con ironía lo opuesto a lo que se dice. Por ejemplo: «Aquel hombre tan respetable acaba de llegar». «En esta institución todos brillan por su inteligencia».

Un comentario sarcástico puede afectar y ofender al destinatario, rayando a veces en el insulto.

En nuestro lenguaje cotidiano, en muchas oportunidades el sarcasmo revela una forma de agresión. En especial cuando se humilla al otro desde una aparente superioridad intelectual.

Hay muchos seguidores y adeptos del sarcasmo como forma de comunicación, los que aducen que sólo las mentes brillantes, ágiles y de elevado cociente intelectual pueden hacer uso de este recurso. Sin embargo, ese agudo ingenio suele estar cargado de artillería, tomando la forma de desprecio sutil y menosprecio.

Mentes privilegiadas con capacidad para resolver complejos enigmas han protagonizado numerosas series televisivas, en las que los desafíos médicos y la investigación de crímenes policiales más encriptados fueron enarbolados por personas con inteligencia superior al promedio, que denotaban su sarcasmo a través de un lenguaje mordaz.

Este tipo de comunicación en la que uno de los interlocutores es corrosivo en sus modos del decir, produce cortocircuitos en los vínculos. No sólo por la constante descalificación que se esconde detrás del sarcasmo, sino por la imposibilidad de establecer un diálogo armónico, neutral, que no afecte la autoestima del interlocutor.

El sarcasmo expresa una forma de poder o dominancia sobre el otro, y devela una tendencia a la agresión que, según Sigmund Freud, es una disposición innata en el ser humano.

Este tipo de conductas que tienen al sarcasmo como bandera son visibles en todos los ámbitos, desde el familiar hasta el laboral, en el entorno privado de una pareja y también en el de la amistad.

Tras un perfil arrogante se oculta la inseguridad, muchas veces camuflada bajo un sinfín de artimañas lingüísticas y un sutil juego de palabras sarcásticas. La vulneración del vínculo relacional es la primera consecuencia del sarcasmo, que da cuenta de una clara insensibilidad social o interpersonal.

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