Un mitómano es un mentiroso patológico que falsea la realidad para lograr atención y admiración de los demás. La mitomanía es una patología psicológica que consiste en mentir compulsiva y repetitivamente inventando historias sorprendentes, generalmente exitosas para atraer la atención.
El término proviene del griego mythos que significa “mentira”, y manía o locura o adicción. Los mitómanos mienten por el deseo de mejorar su autoimagen ya que son personas por naturaleza narcisistas.
El único fin del mitómano es deformar la realidad narrando una historia personal llamativa que intenta cautivar a quien escucha, obtener su atención, respeto y admiración que son los beneficios buscados con esta conducta.
La conducta mitómana muestra una inmadurez emocional y alta falta de autoestima en el mitómano, donde las mentiras sustituyen o compensan las cualidades que el sujeto sabe que no tiene, sirviéndole la ficción para soportar el miedo e inseguridad que siente.
Para identificar al mitómano, hay señales que lo evidencian: cambiar sus historias constantemente, no mantener lo que sostenían anteriormente, exagerar todo tipo de relatos aún los más insignificantes, tener siempre una historia mejor que la que alguien cuenta, vivir una realidad fantasiosa, defender acaloradamente todo cuestionamiento a sus decires, olvidar lo que relataron.
Las mentiras buscan el beneficio de excusarse por el incumplimiento de alguna tarea encomendada, justificarse por la impuntualidad o evitar un castigo, lo que refuerza al mitómano en su conducta impune ya que el beneficio es inmediato. Y así se genera una adicción. El adicto no puede dejar mentiras ya que son parte de su forma de relacionarse, y se siente indefenso sin ellas porque adornan la verdad.
El mitómano teme ser descubierto y hace lo posible por no ser desenmascarado, ya que cuando ésto ocurre y se comprueba su falsedad, sus familiares y amistades tienden a aislarlo y rechazarlo como consecuencia del engaño.
