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Agathos, en la cultura griega, era un término que representaba lo bueno, lo honorable, lo virtuoso. Es decir que el término agathos se relacionaba con la bondad y virtud del ser humano.

En la Grecia Antigua la bondad agradaba a los dioses, por eso era considerada una cualidad del hombre que había que cultivar. El agathos era el hombre homérico ideal, en el sentido moral.

Agathos representaba la virtud del hombre ideal en la Antigua Grecia.

Lo bello y lo bueno, en la Antigua Grecia, eran características aunadas en un solo concepto, ambos iban de la mano. Si algo era bueno, como consecuencia también era bello. La bondad y la belleza marchaban juntas.

El término que unificaba ambas ideas era kalos kagathos, que si lo analizamos en su composición griega podemos ver que se constituye por kalos (bello) y kagathos (bueno).

En la filosofía griega, el universo estaba ordenado. Su visión peculiar del universo les hacía afirmar que aquello que siempre es bueno es inevitablemente bello. 

Sería interesante que en la actualidad podamos ver que la belleza está en la bondad, en la virtud, y no en cuestiones estéticas que sólo tienen que ver con la apariencia exterior de la verdadera esencia que subyace en la profundidad de cada ser.

Con el transcurrir de los tiempos, se fue perdiendo el sentido original del término agathos. El contenido que originalmente representaba la palabra fue transferido a la estirpe de la persona a quien se había calificado como agathos.

Por esa razón, el epíteto agathos comenzó a designar a quienes tenían sangre de la nobleza. En ese sentido, agathos era lo contrario de kakós, que podría traducirse como el sinónimo de plebeyo.

Agathos es un término que fue utilizado para definir a las personas que pertenecían a la nobleza en la Antigua Grecia, pero también representaba la virtud del ser humano.

Lo que es intrínsecamente bueno es así también honroso, hermoso, es éticamente honorable y correcto.

Posteriormente, el cristianismo también utilizó agathos para referirse a la esencia del hombre bueno, a aquellos seres humanos que están siempre determinados a cumplir con su deber y a hacer el bien.

La Biblia en el libro 2 Corintios 8.21 dice que “debemos procurar hacer las cosas honradamente”; “hacer lo que es honorable” (2 Corintios 13.7); “no cansarse de hacer el bien” (Gálatas 6.9); “retener lo bueno” (1 Tito 5.21).

Los términos kalos y agathos en Lucas 8.15 aparecen juntos: “…estos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída…” Un corazón bueno (agathos) es aquel que en lugar de hacer el mal a su prójimo, actúa de manera benéfica hacia él; y “recto” (kalos) es el que tiene una actitud correcta hacia Dios y su prójimo.

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