Los microorganismos piógenos son aquellos que producen infecciones y determinan respuestas inflamatorias con producción de pus. La infección piógena se presenta en forma de absceso, flemón o empiema, en cuyo proceso inflamatorio participan los microorganismos y el organismo huésped. Las zonas más afectadas habitualmente son nariz, boca, piel, faringe, tracto intestinal, uretra y vagina.
Los abscesos son formaciones purulentas en una cavidad que no preexistía, a diferencia del empiema que sea forma en una cavidad preexistente, y los flemones no tienen límites precisos para la supuración infiltrativa. Los gérmenes necesitan puertas de entrada para producir infecciones, por lo que generalmente lo hacen a través de la piel o las mucosas.
Piógenos
Las formaciones piógenas son granulomas o pequeñas protuberancias elevadas de la piel, de tono rojizo, que suelen estar húmedas y tener una superficie lisa. También es común que sangren con facilidad por el alto contenido de vasos sanguíneos de la zona afectada.
Los granulomas de tipo piógeno son muy comunes en la niñez, donde aparecen con frecuencia luego de una lesión en los brazos, la cara o las manos. En la mujer embarazada son muy frecuentes en la boca.
Los piógenos pueden ser exógenos, si ingresan del medio ambiente a través de la piel, y endógenos si ingresan desde la flora cutánea normal. La piel es un ecosistema donde conviven gran diversidad de microorganismos, muchos de los cuales son beneficiosos para los seres vivos, pero si se rompe el equilibrio por una debilidad de las defensas o por aumento de la virulencia de los gérmenes, pueden atravesar el mecanismo de barrera que representa la piel y producir una infección local o diseminarse por diversas vías (linfática y hemática) ocasionando infecciones a distancia.
El tratamiento médico de primera línea es la antibioticoterapia con antibióticos de amplio espectro para cubrir la gran diversidad de gérmenes causales (aerobios y anaerobios), y en determinados casos podrá ser necesario el drenaje quirúrgico.
