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Criterio

Criterio es una palabra que viene del término griego kriterion, que significa “norma para conocer la verdad”. Se trata de una referencia frente a la cual se establecen opiniones o se toman decisiones.

Puede definirse también como punto de vista o perspectiva, ya que se trata de un parámetro personal que es diferente según quién y desde qué lugar juzga la realidad.

Según el origen griego del término, que se traduce como “juzgar”, el significado asimismo se relaciona con una facultad racional, con el discernimiento o el sano juicio. Por eso solemos decir que alguien no tiene criterio, o que sus decisiones son faltas de criterio.

El criterio es necesario en el ordenamiento de archivos y bibliotecas

Biblioteca

¿Qué es el criterio?

Generalmente, es una regla que se tiene en cuenta para organizar algo, por ejemplo el orden alfabético para guardar archivos. Pero también el criterio es una capacidad racional que nos permite elegir aquello que tomaremos en cuenta para decidir razonablemente. Con él juzgamos, decidimos, definimos lo que más nos conviene o es más oportuno.

Como lo establece su origen etimológico, la palabra griega kriterion proviene a su vez del verbo krinein. Este verbo significa “separar”, “dividir”, “cribar”, por lo que en sentido figurado, el criterio nos sirve para dividir, clasificar o separar en sus partes una cuestión.

¿Existe un criterio único?

En todos los asuntos, los criterios pueden ser muy variados e inclusive, cambiantes. Es muy común que las personas cambiemos de criterio ante determinadas situaciones, por distintas causas. Lo importante es que el aparato racional del ser humano está en constante movimiento y transformación, condicionado por múltiples factores y experiencias. Estas atraviesan a las personas durante toda su vida, y forman parte del bagaje de recursos con los que enfrentan la realidad. A partir de ese cúmulo de vivencias se formulan opiniones, juicios, puntos de vista, pensamientos y criterios.

A menudo las personas “cambiamos de criterio”, usamos parámetros diferentes a los que veníamos utilizando. Por ende, lo que antes juzgábamos como correcto quizás ahora pueda parecernos bochornoso.

Según el entendimiento de cada uno, las opiniones y decisiones tienen un tinte personal. Por ejemplo si queremos organizar una biblioteca y acomodar un conjunto de libros en un estante, podemos aplicar:

  • un orden alfabético por títulos o por autores
  • priorizar la editorial o empresa gráfica que los publicó, y a su vez subclasificar por año de edición
  • un criterio temático
  • y muchos modos más según la perspectiva del organizador

Si se trata de una biblioteca familiar, de esas que tenemos en nuestros hogares los amantes de la lectura, los criterios pueden ser muy distintos:

  • Poner a mano los libros que más se usan
  • Clasificar de manera lógica y duradera, por categoría
  • Descartar o dar un lugar secundario a los libros que no aportan nada
  • Ordenar por colores, por tamaño, por altura
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