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Retórica

La retórica es una disciplina transversal, porque puede ser aplicada a los diferentes campos de conocimiento.

Su objetivo es sistematizar las técnicas de utilización del lenguaje, con una finalidad persuasiva o estética.

Es decir que la retórica añade a la finalidad comunicacional un objetivo que va más allá del contenido, se dirige hacia la elegancia del buen decir.

La retórica tiene una finalidad estética en el arte del lenguaje.

Desde la literatura hasta la ciencia política, en el periodismo, el marketing, las ciencias de la educación, la publicidad, las ciencias sociales, en toda área de conocimiento el arte del buen decir tiene como fin la persuasión.

La retórica se originó en la antigua Grecia como herencia de la cultura helénica o período alejandrino (marcado por Alejandro Magno), los primeros en elaborar una teoría sobre el arte de pronunciar discursos públicos.

Mantener el espíritu griego de aquel tiempo era muy importante para el helenismo tanto en las ciencias como en las artes, en el que la aristocracia pertenecía a la élite de la gente culta.

El esplendor de la antigua Grecia fue simultáneo al predominio del poder del imperio romano, que asimiló la herencia cultural griega.

La vieja cultura grecorromana otorgaba gran importancia al arte de convencer a través de las palabras, puesto que muchas decisiones políticas se adoptaban tras deliberaciones públicas en las que la elocuencia y la persuasión tenían un rol fundamental.

La retórica se entendía como el arte de la persuasión según la expresión latina ars bene dicenci, técnica para expresarse de manera adecuada para influir y persuadir al interlocutor.

A través de los tiempos, la retórica ejerció gran influencia social a través de un proceso que tuvo resonancia en las creencias, los comportamientos, las actitudes y comportamientos, con el fin de lograr cambios.

Se trata de una herramienta puesta al servicio de la comunicación, cuyo fin es guiar a las personas o grupos hacia un proceso de adopción de ideas y formas de pensamiento.

Según Aristóteles, “la retórica es el arte de descubrir los medios adecuados para la persuasión, en cada caso en particular.” Es decir, lograr con argumentos retóricos que la gente adopte una perspectiva o manera de pensar que cambie la que tenía hasta el momento.

Antiguamente los autores distinguían el análisis y estudio teórico del arte de persuadir en público (retórica) de su desarrollo práctico, que es la oratoria.

La oratoria es una capacidad específica para ejecutar en la práctica un discurso elocuente frente a un público. 

Pero también en los diálogos es importante el buen uso de la palabra para persuadir, por eso los grecorromanos estudiaron además la dialéctica, entendida antiguamente como el arte de usar un lenguaje persuasivo en una controversia o diálogo.

El lenguaje es el instrumento más poderoso al servicio de la persuasión para influir en los demás, ya que el poder de las palabras tiene un alcance inconmensurable.

Alcance que puede ser peligroso cuando está al servicio de gestiones malintencionadas que pueden causar perjuicios a la comunidad a la que están dirigidas.

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