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La pascua es una celebración religiosa anual, en la que el cristianismo conmemora el día de la Resurrección de Cristo, al tercer día de su muerte.

La iglesia católica celebra la pascua el día domingo de la última semana de la cuaresma, llamada semana santa, que es un período que evoca la pasión, muerte y resurrección de Jesús.

La Pascua evoca la resurrección de Jesús, al tercer día de su muerte en la cruz.

La Biblia en su versión Reina Valera 1960 menciona la palabra pascua en el libro de Hechos capítulo 12, versículo 4: “Y habiéndole tomado preso le puso en la cárcel, entregándole a cuatro grupos de cuatro soldados cada uno, para que le custodiasen; y se proponía sacarle al pueblo después de la pascua”.

La aprehensión de Pedro y su posterior encarcelamiento coincidieron con la fiesta judía de la pascua. El rey Herodes reconoció la costumbre religiosa judía, y respetó esa tradición esperando su finalización para definir el futuro de Pedro.

Este libro llamado Hechos fue escrito originalmente por Lucas, un médico gentil cristiano de origen griego. En el relato que el apóstol Lucas realiza en el capítulo de referencia, se describe el momento en el que el rey Herodes tomó preso a Pedro, ferviente seguidor de Jesús.

En ese contexto, y durante la celebración de la pascua, Jesús fue asesinado en Jerusalén ante la vista de todo el pueblo, y crucificado injustamente junto a dos delincuentes. A los tres días luego de su muerte, el Hijo de Dios resucitó entre los muertos, para sentarse en el trono a la derecha del Padre.

La pascua como festividad religiosa había sido instituida por el pueblo judío, recordando la ocasión en la que, según el Antiguo Testamento bíblico, Dios liberó de la esclavitud en Egipto a los israelitas, mil quinientos años aproximadamente antes de Cristo.

En Éxodo 12.42 la Biblia dice: “Es noche de guardar para Jehová, por haberlos sacado en ella de la tierra de Egipto. Esta noche deben guardarla para Jehová todos los hijos de Israel en sus generaciones“.

El término pascua en el hebreo significa “pasar por alto”. El significado tiene mucho valor simbólico para los judíos porque se refiere a la forma en la que Jehová dio protección a los israelitas, de una plaga que puso fin a la vida de todos los primogénitos de Egipto.

Con anterioridad a esta plaga devastadora, Dios pidió a los israelitas que sacrificaran una cabra o una oveja y salpicaran con la sangre de dichos animales los marcos de las puertas de sus viviendas.

La sangre marcada en los postes y marcos de las puertas era una señal para que Dios “pasara por alto” sus casas y protegiera a los primogénitos cristianos (Éxodo 12.7).

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