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División de poderes

La separación o división de poderes, llamados también funciones, es un tipo de organización del estado y una de las características principales de la forma republicana y democrática de gobierno, que consiste en la distribución de la autoridad pública en los órganos legislativo, ejecutivo y judicial, de manera que las facultades de mando se vean limitadas a un aspecto determinado de la actividad gubernamental.

Si bien el poder político entendido en forma abstracta es uno solo, el fraccionamiento de la autoridad pública permite evitar la concentración del poder con el consiguiente riesgo de despotismo que implicaría un único órgano estatal.

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La división de poderes asigna el ejercicio de una parte del poder a cada órgano del estado de modo tal que ninguno de ellos individualmente tenga la fuerza suficiente para la instauración de un régimen autoritario para la sociedad.

Este mecanismo para limitar las atribuciones del estado, implica pesos y contrapesos por los cuales el poder es detenido por el poder, impidiendo los abusos de autoridad y el personalismo.

Estos abusos que se dieron como consecuencia del desconocimiento de la división de poderes, fueron característicos tanto de las monarquías absolutas y hereditarias de siglos atrás, como de los modernos totalitarismos de izquierda o de derecha que concentraron la autoridad pública en su totalidad en manos del furer del nazismo alemán o del duce del fascismo italiano.

El régimen marxista tampoco reconoció la división de poderes, sino que sus decisiones se centralizaron en torno al partido comunista o partido obrero.

La división de poderes como principio no sólo se relaciona con la preservación de las libertades individuales, sino que responde a una finalidad funcional fundada en la división del trabajo, que requiere especialización técnica para las funciones del estado con el fin de ejecutar con eficacia las acciones de gobierno.

La división de poderes caracteriza al estado democrático moderno, donde la participación ciudadana se expresa a través del voto popular, por el que los habitantes pueden elegir de modo directo a sus representantes.

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