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Desprecio

El desprecio es una actitud negativa que está dirigida hacia los demás, a través de una mirada de condescendencia.

Es una sensación que parte del prejuicio de menospreciar al otro, o descalificarlo aún sin decir nada.

La falta de respeto por los demás, la falta de reconocimiento de las cualidades del otro implican una cierta creencia de superioridad.

El desprecio puede adquirir la forma de un gesto, una actitud o una burla.

La negación del prójimo pone en duda su capacidad y su valía como persona, aunque los motivos del desprecio pueden ser específicos y variados.

El desprecio puede adquirir distintas formas, desde una palabra que hiere y desmoraliza, hasta un simple gesto, mueca, o actitud que refleja rechazo.

Es un comportamiento que tiene una lamentable influencia negativa sobre la integridad psicológica, sobre la autoestima, con resultados tan dañinos que pueden dañar un relación de pareja provocando una ruptura, hasta dejar huellas imborrables en el desarrollo de un niño.

El desprecio es la emoción más letal, más aún que la indiferencia y el odio. Es un arma de destrucción masiva que nace de la profundidad más oscura de quien lo refleja.

Quien siente desprecio tiene una intención clara de dañar y humillar al otro, ridiculizarlo, empequeñecerlo e inclusive anularlo de manera manifiesta.

Cuando lo hace busca la oportunidad y el momento perfecto para dejar una herida abierta en la mente, en el amor propio, fracturando la confianza.

El despreciador lo hace con la familia, con los compañeros de trabajo, con quien sea que lo rodee a través de un comportamiento cobarde nacido del resentimiento y consecuencia de una absoluta inmadurez emocional.

El desprecio es la fuente de numerosos problemas en las relaciones de pareja y en las interpersonales en general, causando innumerables sinsabores y rupturas.

Si bien se expresa hacia afuera, también se refleja hacia adentro igual que todas las emociones negativas, de modo que termina dañando a quien lo experimenta.

Opuesto a la empatía, que es la capacidad de comprender las ideas de los demás, experimentar sus emociones y ponernos en su lugar, el desprecio implica una actitud de superioridad y arrogancia con la cual se juzga al otro.

La empatía fortalece los vínculos, pero el desprecio los rompe.

Este sentimiento negativo surge cuando consideramos que el otro es inferior. Por eso está implicado en él no simplemente la emoción, sino también la valoración racional y subjetiva por la que descalificamos al prójimo.

El desprecio es una emoción compleja fundamentada en la evaluación negativa acerca de la valía de cierta persona, despertando a menudo sentimientos de hostilidad y falta de respeto.

El desprecio no sólo se siente sino que se piensa, es intencional, provocando una activación de la amígdala, que es la estructura cerebral donde se procesan las emociones.

Muchas veces la ira y el desprecio van de la mano, por lo que no es fácil determinar el comienzo de una y el fin de la otra. Ambas suelen tener una causa común que es la culpa.

Nos enojamos con alguien y lo despreciamos porque lo hacemos culpable de algo, ya sea por su equivocación, su estupidez, incompetencia o inmoralidad.

Por eso pensamos, cuando sentimos desprecio, que la persona no vale la pena ni merece nuestra atención.

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