La evolución del hombre ocurre en un contexto no sólo biológico sino de cambio social y cultural. El cambio social es una alteración de la estructura de la sociedad, que transforma la calidad de vida de los grupos sociales, las normas y valores que regulan sus acciones y dan marco a sus costumbres e idiosincrasia.
El cambio social siempre tiene un ritmo, una dirección, y un conjunto de factores facilitadores del cambio. Generalmente tiene también una connotación positiva, puesto que implica la evolución de la sociedad hacia una estructura nueva, adaptada a las necesidades de la situación particular de cada momento histórico.
Sin embargo, los grupos reaccionarios o conservadores tienen una actitud negativa ante el cambio, ya que implica dejar ciertos valores atrás, determinados modos de conducta y formas de percibir el mundo que eran aceptadas por tradición como las más correctas, con independencia del conjunto social.
El cambio social es un tipo de fenómeno universal, que tiene distintas consecuencias, ritmos dispares y diferente trascendencia en las sociedades. Un ejemplo con consecuencias revolucionarias fue el cambio social que produjo la revolución industrial del siglo XVIII.
Si tomamos el ejemplo de la evolución de la familia en la historia de la humanidad, podemos observar un ritmo lento en la transición de la extensa familia primitiva, a la familia nuclear de los tiempos modernos, ritmo que se aceleró a partir de la revolución industrial con la incorporación de las mujeres al mundo laboral y el decrecimiento del número de hijos.
Aunque las sociedades tengan tendencia a mantener el orden social y el equilibrio, los cambios sociales son inevitables, pues están inmersas en un proceso de transformación permanente.
La densidad demográfica, la situación cultural, social o económica de las civilizaciones, la tecnología, la ideología dominante, son sólo algunos factores que pueden desencadenar un cambio social.
