El adjetivo chilango se utiliza para denominar a los nativos de la ciudad de México. Si bien el uso lo convirtió en un gentilicio coloquial que se pronuncia con orgullo nacionalista, también tiene una connotación despectiva, peyorativa o discriminatoria. El estereotipo del capitalino mexicano tiene la fama de oportunista, manipulador, falto de respeto, de honestidad y de educación.
Muchas veces las generalizaciones trasladaron el apodo de chilango a otros sectores de la población, muy a pesar de las diferencias entre la capital y el resto del país que acentuaron los rencores de la historia de los mexicanos.
La ciudad de México tuvo un crecimiento desmedido en las últimas décadas del siglo XX, fenómeno social que acrecentó la visión en masa que se tiene desde el interior de la República mexicana acerca de la mala educación e irrespetuosidad del capitalino apodado chilango.
Actualmente, la sociedad de clase alta y media ha tenido la intención de cambiar el gentilicio chilango por otros como mexiqueño, capitalino o defeño, sin lograr una adecuada aceptación social. Inclusive fue infructuoso el intento por quitarle las connotaciones negativas del término utilizándolo en logos, revistas y panfletos.
Las áreas del Distrito Federal son relacionadas con un alto nivel social y económico, y consideradas extrañas y lejanas al resto del país, aunque en el mismo territorio del Distrito existen poblaciones nativas con más de 500 años con gentilicios propios, como los “tepiteños” (originarios del barrio antiguo de Tepito) o los “chimperinos” (habitantes del pueblo San Pedro Cuajimalpa).
