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Borderlaine

El borderlaine, enfermedad psiquiátrica que también es llamada “trastorno límite de la personalidad”, se caracteriza por patrones de conducta permanentes de constante inestabilidad emocional, que alteran el rendimiento social y laboral de la persona afectada. También se utiliza el término borderlaine para definir un tipo de inteligencia límite o fronteriza con la media, que no llega a constituir un retraso mental.

La personalidad de los afectados por borderlaine es cambiante, indecisa, viviendo intensamente las relaciones, con las emociones “a flor de piel”. La duda es característica incluso acerca de sí mismos, alternando momentos de calma con desesperación o ira, sin previo aviso.

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Aunque puede resultar complicado diferenciar los defectos, características o los rasgos de la personalidad con un trastorno psicológico, el diagnóstico resulta de la valoración global de la conducta, y no de un episodio aislado del carácter.

El borderlaine es el trastorno de la personalidad menos conocido en la sociedad, puesto que se presenta de diferentes maneras en cada persona dificultando un diagnóstico claro, y retrasando el tratamiento.

Generalmente, el borderlaine tiene una pobre estimación sobre sí mismo (baja autoestima) y una personalidad lábil o débil que provoca grandes sufrimientos a quienes lo padecen.

Asimismo, son frecuentes los arranques de ira y las rupturas constantes en las relaciones sociales, haciendo difícil la convivencia con sus seres queridos.

El trastorno límite de la personalidad se inicia a edades tempranas, generalmente antes de la adolescencia, y es más común en mujeres que en varones, en una proporción de 3 mujeres por cada hombre afectado.

Puede tener un origen genético, pero habitualmente responde a un ambiente familiar sin estructuras, o se da en casos de abusos. No es un trastorno que afecte la inteligencia sino el área de las emociones.

En la búsqueda por huir de la patología, los sujetos con trastornos de la personalidad suelen consumir sustancias que generan adicciones y los encierran en un círculo vicioso: un 70 % de los alcohólicos, un 90 % de los abusadores de drogas y un 75 % de quienes cometen delitos tienen algún trastorno de la personalidad.

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